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Llegué al salón y ahí estaba ella. Era una mañana soleada, estaba con todo el ánimo de aprender y vi caras conocidas en la primera clase.
FALSO.
Eran las 7:45pm. y la idea de quedarme hasta las 9:15pm. sonaba muy agotadora. Además estaba cansado luego de 6 horas continuas de clase y no, no había nadie con quien conversar, a excepción de la noche.
Me sentía desanimado, triste, hambriento y también tenía frío. Y pensar que un miserable porrito podría arreglarlo todo, pero había cámaras y no se permitía fumar.
I
Malditos antisociales, cada quien por su lado. Smartphones, grupitos, audífonos y alumnos viejos sin nada mejor que hacer. Yo, como de costumbre, buscaba a mi alma gemela, o en su defecto, alguna excusa tonta, bonita y barata para olvidar a mi ex. Yo me entiendo.
II
La verdadera amistad es como un bote en el océano; no es la mejor respuesta pero puede salvarte la vida (o evitar que te mojes). Estaba a punto de meditar sobre la prostitución cuando llegó el profesor y detrás de él, una chica. Pasó sin pedir permiso y se sentó a mi lado. El profe la vio primero pero no importa porque ya se consagró y las expectativas me son favorables, Yo soy feo y ella es ciega.
III
No sé qué es peor, aceptar un bastonazo en la cara o aceptar que lo de mi ex fue terrible, que me volvió un marica, que nunca tendré otra novia y que no podía hablarle a una chica que ni si quiera me podía ver. Preferí lo primero y elegí bien. Me preguntó cómo estaba.
El bastón, duro – le dije- y mi cara bien. Con un morado saludable. Rió y yo reí y no dejamos de hablar en toda la noche.
Gloriosa forma de terminar el día, pensé.
Si las estupideces de ésta edad no me hubieran afectado tanto, si mi viejo no se hubiera cogido a mi novia, si hubiera tenido a alguien cerca que me hiciera entrar en razón o si mi madre escondiera mejor las navajas. Si algo de esto hubiera sido distinto, yo seguiría con vida. Pero no fue así.
